Qué son los argumentos y sus tipos

Los argumentos son expresiones de razonamiento, ya sea oral o escrita, que se utilizan para demostrar la validez o invalidez de una tesis o proposición. Se pueden clasificar en diferentes tipos:

1. Argumentos deductivos: Parten de premisas seguras o probables y extraen conclusiones seguramente válidas de ellas, yendo de lo general a lo particular.

2. Argumentos inductivos: Proceden al contrario de los deductivos, partiendo de lo específico para llegar a lo general. Son útiles en las ciencias actuariales y la estadística.

3. Argumentos abductivos: No parten de premisas certeras, sino que asumen dos premisas aisladas y obtienen una conclusión probable, aunque inverificable.

4. Argumentos causales: Parten de la vinculación de un evento con otro, de acuerdo a las leyes de causa y efecto.

5. Argumentos por generalización: Proponen extender una propiedad a un grupo de elementos, solamente por haberla observado en unos pocos integrantes del conjunto.

La estructura de un argumento se compone de premisas y conclusiones. Las premisas son los puntos de partida del razonamiento lógico, mientras que las conclusiones dependen de las premisas y se obtienen a través de un procedimiento lógico.

Para elaborar un argumento, se deben seguir los siguientes pasos:

1. Elegir las premisas: Seleccionar la información relevante y la postura respecto al tema.

2. Encontrar el razonamiento más adecuado: Elegir el método de justificación lógica que sustente la afirmación inicial.

3. Acudir a la evidencia: Utilizar casos concretos, argumentos de terceros o criterios de autoridad para respaldar las premisas o afirmaciones iniciales.

A continuación, se presentarán ejemplos de argumentos para una mejor comprensión:

Ejemplo 1: Premisa: “Buenos Aires es la ciudad con más librerías del mundo”. Razonamiento: Tomando en cuenta la cantidad de librerías en barrios como Recoleta y Palermo, se puede concluir que no existe ninguna otra ciudad con un porcentaje semejante.

Ejemplo 2: Premisa: “Las tormentas pueden causar migrañas”. Razonamiento: Según un artículo en la revista Nature de 2012, la presión atmosférica durante las tormentas afecta a las personas genéticamente propensas a la migraña, respaldado por investigaciones en la Universidad de Oxford.

Estos son los conceptos básicos sobre los argumentos y sus tipos.

Tipos de argumentos y ejemplos

Los tipos de argumentos son estrategias utilizadas para respaldar una opinión o postura. A continuación, se enumeran y se explican brevemente algunos ejemplos de cada uno de ellos:

  • Argumento de autoridad: Se respalda una afirmación citando a autores o fuentes confiables. Por ejemplo, citar a Platón o a la Organización Mundial de la Salud para respaldar una opinión sobre salud mental.
  • Argumento mediante ejemplos: Se ilustra una afirmación a través de ejemplos particulares. Por ejemplo, se puede mencionar cómo la actividad física ayuda a reducir el estrés, favorece el riego sanguíneo y mejora el estado de ánimo.
  • Argumento por analogía: Se compara dos asuntos para llegar a una conclusión. Por ejemplo, se puede comparar el movimiento de las aspas de un aerogenerador con el flujo sanguíneo del cuerpo humano para argumentar sobre la importancia del ejercicio para la salud cardiovascular.
  • Argumento acerca de las causas: Se analizan las causas que generan una conclusión. Por ejemplo, se puede argumentar cómo la práctica moderada de ejercicio genera bienestar físico y mental debido a la estimulación cerebral y la generación de nuevas conexiones neuronales.

Estos son solo algunos ejemplos de los tipos de argumentos que se pueden utilizar para respaldar una postura. También existen el argumento deductivo, el inductivo, el basado en hechos, el de sentir general, el de experiencia personal y el contraargumento. Cada uno de ellos tiene sus propias características y se adapta a diferentes contextos y situaciones. A través de estos argumentos, se busca persuadir a los lectores o interlocutores y proporcionarles razones sólidas para respaldar una determinada opinión o tesis.

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La importancia de los argumentos en la toma de decisiones y la persuasión

Los argumentos son fundamentales en la toma de decisiones y la persuasión. En el arte de la persuasión, según Aristóteles, se destacan tres pilares: ethos, pathos y logos. Estos pilares nos permiten entender cómo los argumentos pueden influir en la audiencia de manera efectiva.

El ethos se refiere a la autoridad y honestidad del orador. Cuando se utilizan argumentos basados en el ethos, se busca que la audiencia confíe en el orador y en su relación con el tema. Esto inspira confianza en el auditorio y aumenta la probabilidad de que se acepte el argumento presentado.

Por otro lado, el pathos se centra en generar una respuesta emocional en la audiencia. Aquí se utilizan historias, anécdotas, analogías, metáforas y símiles para conectar emocionalmente con los receptores del discurso. Estos argumentos emocionales buscan persuadir a través de la conexión emocional y generar una respuesta positiva de la audiencia.

Finalmente, el logos se basa en la lógica y la evidencia sólida. Estos argumentos se centran en el tema y el mensaje del discurso, utilizando razones y evidencias para respaldar las conclusiones. El objetivo es apelar a la razón y la inteligencia de la audiencia, mostrando que el argumento es racional y sólido.

  • Sabiendo esto, la importancia de los argumentos en la toma de decisiones y la persuasión radica en:
    • Generar confianza a través de la autoridad y honestidad del orador.
    • Crear una respuesta emocional en la audiencia para generar empatía y aceptación.
    • Apelar a la razón y la inteligencia de la audiencia, presentando argumentos lógicos respaldados por evidencias.

Ejemplos de argumentos en debates y ensayos

Elementos de un buen argumento

Un buen argumento es fundamental para persuadir y convencer a los demás sobre una determinada idea o posición. A continuación, se presentan los principales componentes de un buen argumento.

  • Claridad: Un buen argumento debe ser claro y fácil de entender. Es importante presentar las ideas de manera precisa y sin ambigüedades. El lenguaje utilizado debe ser accesible para el público objetivo, evitando tecnicismos innecesarios.
  • Coherencia: La coherencia es otro elemento clave en un buen argumento. Éste debe ser lógico y seguir un orden sistemático. Las ideas deben estar conectadas de manera lógica y las conclusiones deben derivar de las premisas presentadas. Esto ayuda a que el argumento sea más convincente para el lector o auditorio.
  • Estilo propio: Un buen argumento debe reflejar el estilo personal del autor al expresar sus ideas. Cada individuo tiene una forma única de comunicarse y esto se ve reflejado en su estilo de argumentación. Utilizar un estilo propio ayuda a destacar y a hacer que el argumento sea más auténtico.
  • Redacción clara y precisa: La redacción de un argumento es crucial para transmitir efectivamente las ideas al lector. Esta debe ser clara, concisa y expresar sin ambigüedad el pensamiento del autor. Una redacción clara facilita la comprensión y evita malentendidos.
  • Objetividad: Aunque el estilo personal es importante, es crucial que el redactor describa las características objetivas del tema que trata en su argumento. Es fundamental presentar los hechos y las evidencias de manera imparcial, sin sesgos ni prejuicios. Esto le da más credibilidad al argumento y permite que los demás puedan evaluarlo de manera objetiva.
  • Referencias: Un buen argumento utiliza referencias de autores reconocidos y datos verificables para respaldar sus afirmaciones. La inclusión de referencias y fuentes confiables fortalece el argumento y demuestra que está basado en información sólida. Esto le otorga mayor credibilidad al argumento y ayuda a convencer a los demás.

Estructura de un argumento y sus partes

La estructura de un argumento consta de tres partes principales: la tesis, el cuerpo argumentativo y la conclusión. Estas partes son fundamentales para construir un argumento sólido y convincente. A continuación, analizaremos cada una de ellas en detalle.

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La tesis es la idea fundamental en torno a la cual se reflexiona y argumenta. Puede aparecer al principio o al final del texto, dependiendo de la intención del autor. Es crucial que la tesis sea clara y concisa, para que los lectores comprendan de manera directa cuál es la postura defendida. Además, la tesis debe ser relevante y original, aportando un enfoque único al tema tratado.

El cuerpo argumentativo es donde se desarrolla la argumentación propiamente dicha. Aquí es donde se presentan los argumentos, ejemplos y recursos para fortalecer la opinión defendida y refutar la contraria. Es esencial que los argumentos presentados sean sólidos y estén respaldados por evidencias y datos confiables. Además, es crucial utilizar un lenguaje claro y persuasivo para convencer al lector de la validez de la postura defendida.

Finalmente, la conclusión es la última parte de la argumentación. En esta sección, se recoge un razonamiento lógico derivado de todo lo expuesto anteriormente. Es significativo que la conclusión sea coherente con todo lo expuesto en el cuerpo argumentativo y refuerce la tesis planteada. La conclusión debe ser contundente y dejar una impresión duradera en el lector, reafirmando la validez de la postura defendida.

Características de argumentos sólidos y válidos

Los argumentos sólidos y válidos son aquellos en los que las premisas conllevan la conclusión. Esto significa que si las premisas son verdaderas, la conclusión también debe ser cierta. Un argumento válido puede tener premisas falsas y una conclusión falsa, o una premisa falsa pero una conclusión verdadera. La validez del argumento depende únicamente de la conexión lógica entre las premisas y la conclusión, no de su verdad o falsedad real.

Un argumento válido no tiene posibles contraejemplos, lo que significa que no hay ninguna situación en la que las premisas sean verdaderas pero la conclusión sea falsa. Sin embargo, para considerar un argumento sólido, no solo debe ser válido, sino que todas sus premisas deben ser verdaderas. Esto implica que cada una de las afirmaciones utilizadas como base para el argumento debe ser respaldada por evidencia o razonamiento sólido.

Además de la lógica y la verdad de las premisas, es clave considerar la existencia de posibles contraargumentos. Un argumento sólido debe anticipar y abordar posibles objeciones o contraejemplos. Al reconocer y refutar posibles críticas u objeciones, el argumento se fortalece y se vuelve más persuasivo. Esto demuestra que el razonamiento detrás del argumento ha sido cuidadosamente evaluado y considerado en su totalidad.

Para evaluar un argumento, es fundamental identificar claramente las premisas y las conclusiones, comprobar si las suposiciones son verdaderas, evaluar la validez del argumento y buscar más de un argumento para apoyar una conclusión. Algunos argumentos pueden tener suposiciones ocultas, y señalar estas suposiciones puede ayudar a resolver o aclarar los temas involucrados en una disputa.

Errores comunes en los argumentos y falacias lógicas

Las falacias lógicas son errores de razonamiento que se cometen al argumentar o debatir. Es relevante conocer estas falacias para desarrollar habilidades de pensamiento crítico y argumentación sólida. Al estar familiarizados con ellas, podemos identificar argumentos que carecen de fundamentos sólidos o que emplean tácticas de persuasión defectuosas. Esto nos ayuda a protegernos de la manipulación y a tomar decisiones informadas basadas en evidencia y razonamiento sólido.

Una de las falacias más comunes es la falacia ad hominem. Esta ocurre cuando se ataca o critica a una persona en lugar de abordar o refutar sus argumentos o puntos de vista. Se intenta desacreditar al individuo con el objetivo de invalidar sus puntos de vista. Por ejemplo, en lugar de responder a los hechos presentados por alguien, se puede descalificar a esa persona por su apariencia o historial personal.

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Otra falacia lógica común es la llamada hombre de paja. Esta técnica retórica consiste en distorsionar o exagerar la posición o los argumentos de una persona con el fin de refutarlos fácilmente. Se crea una versión simplificada o distorsionada de los argumentos para luego atacar esa versión alterada. Por ejemplo, si alguien defiende la necesidad de medidas para reducir la contaminación del aire, se puede distorsionar su argumento diciendo que quiere destruir la industria y dejar a las personas sin empleo.

La falacia de autoridad es también un error de razonamiento común. Ocurre cuando se acepta una afirmación o argumento como verdadero simplemente porque proviene de una figura de autoridad o experto en un determinado campo. No se evalúa la validez del argumento en sí mismo, sino que se confía ciegamente en la credibilidad o el estatus de la persona que lo presenta. Por ejemplo, creer en una afirmación solo porque una celebridad la hizo, sin considerar si está respaldada por evidencia sólida.

  • Ad hominem: atacar a la persona en lugar de refutar sus argumentos.
  • Hombre de paja: distorsionar la posición o argumentos de una persona para refutarlos fácilmente.
  • Autoridad: aceptar un argumento solo por provenir de una figura de autoridad o experto.

Estas son solo algunas de las falacias lógicas más comunes, pero existen muchas más. Conocerlas nos permite reconocer y desafiar argumentos falsos o engañosos, evaluar y construir argumentos de manera más efectiva, fomentar el diálogo racional y constructivo, y desarrollar habilidades de pensamiento crítico.

Cómo refutar argumentos de manera efectiva

Refutar un argumento de manera efectiva consiste en mostrar mediante un contraargumento que la tesis defendida por nuestro contrincante está equivocada o es falsa. Para lograrlo, es vital seguir una serie de pasos preestablecidos que nos ayudarán a ordenar nuestra refutación y presentarla adecuadamente, de forma que logre todo su efecto y brillantez.

El primer paso para refutar un argumento de manera efectiva es parafrasear lo dicho por el equipo contrario. Esto implica resumir de manera breve y concisa su argumento, demostrando que realmente hemos comprendido su posición. Debemos tener habilidades de escucha y toma de notas durante el debate para poder realizar esta tarea de forma correcta.

El segundo paso es presentar nuestra refutación en forma de titular o contra-tesis. Es esencial expresar claramente el motivo por el cual consideramos rechazable el argumento del contrincante, como la falta de pruebas, irrelevancia o incoherencia. Utilizar la frase “sin embargo” es una manera efectiva de introducir nuestra refutación y destacar nuestra postura.

El tercer paso consiste en presentar las razones que respaldan nuestra crítica al adversario. Es necesario respaldar nuestra refutación con datos, ideas, valores o principios que se comparen explícitamente con los presentados por la otra parte. Debemos explicar claramente el error del adversario y su relevancia para la cuestión o problema en discusión.

Finalmente, en la conclusión, presentamos nuevamente la tesis original del adversario, resaltando su debilidad o defecto. Al hacer esto, confirmamos al público y al jurado que nuestra postura es superior y que hemos refutado de manera efectiva el argumento del contrincante.

  • Primer Paso: Parafrasear lo dicho por el equipo contrario.
  • Segundo Paso: Presentar nuestra refutación en forma de titular.
  • Tercer Paso: Presentar las razones que respaldan nuestra crítica al adversario.
  • Cuarto Paso: Presentar nuevamente la tesis original del adversario en la conclusión.

Fuente: aprenderadebatir.es