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Un buen mantenimiento de las llantas es fundamental para garantizar la seguridad y el rendimiento óptimo de tu vehículo. Sin embargo, muchas personas descuidan este aspecto tras la compra de un auto. Esto es especialmente importante si cuentas con llantas Michelin, reconocidas por su durabilidad y desempeño superior.

Sigue estos consejos para mantener tus llantas en perfecto estado y prolongar su vida útil:

1. Realiza inspecciones visuales periódicas

Revisar tus llantas de forma visual regularmente es una práctica sencilla y muy eficaz. Esto permite detectar a tiempo desgaste irregular, grietas o abultamientos que puedan comprometer la seguridad.

Para una inspección más precisa:

• Limpia previamente las llantas para observar mejor cualquier irregularidad.

• Revisa la banda de rodadura y busca clavos u objetos incrustados.

Si encuentras algún problema, acude a un taller especializado donde puedan evaluar la situación y realizar las reparaciones necesarias.

2. Mantén la presión de aire correcta

La presión adecuada de los neumáticos es clave para un rendimiento óptimo. Un inflado insuficiente o excesivo provoca:

• Desgaste irregular.

• Menor eficiencia de combustible.

• Reducción de la estabilidad del vehículo.

Consulta el manual del propietario para conocer la presión recomendada y utiliza un medidor de presión para comprobarla con precisión. También puedes pedir ayuda a un mecánico durante tu próxima revisión.

3. Rota las llantas regularmente

El peso del vehículo y las fuerzas de conducción generan desgaste desigual en llantas delanteras y traseras. Por ello, se recomienda rotarlas cada 10,000 a 20,000 kilómetros, según el plan de mantenimiento de tu automóvil.

Rotar las llantas:

• Equilibra la carga del vehículo.

• Mejora la estabilidad.

• Garantiza un desgaste uniforme y prolonga su vida útil.

Consulta siempre el manual del fabricante y solicita la revisión en talleres autorizados.

4. Alinea las ruedas

Golpes de baches, cruces ferroviarios u otros impactos pueden desalinear las ruedas con el tiempo. Es recomendable alinearlas cada año o cada 25,000 kilómetros.

Señales de que tu auto necesita alineación:

• Dificultad para girar el volante

• Vibraciones en la dirección

• Tendencia del vehículo a desviarse

• Dirección desequilibrada

5. Balancea las llantas

El balanceo de llantas asegura que el peso se distribuya uniformemente alrededor del eje de cada rueda. Un desequilibrio puede afectar tanto la comodidad al conducir como el desgaste de los neumáticos.

Si notas vibraciones a ciertas velocidades, es probable que tus llantas necesiten balanceo. Este procedimiento debe realizarse en un taller especializado con equipo adecuado para garantizar precisión y seguridad.

6. Lleva tu auto al taller regularmente

Programar revisiones periódicas en un taller de confianza es fundamental. Un mecánico capacitado podrá detectar problemas a tiempo y realizar los ajustes necesarios, evitando reparaciones costosas en el futuro.

Cumplir con el programa de mantenimiento recomendado por el fabricante asegura un vehículo seguro, confiable y eficiente.

Ahora conoces los 6 consejos clave para mantener tus llantas en óptimas condiciones. Aplica estos hábitos y acude a tu taller con regularidad para un mantenimiento completo de tu vehículo. Esto no solo prolongará la vida útil de las llantas, sino que también mejorará tu seguridad al conducir.

El mantenimiento por kilometraje es fundamental para prevenir fallas graves en el automóvil ocasionadas por el uso continuo y el desgaste natural de sus componentes.

Este tipo de revisión preventiva se realiza de forma periódica —según el tiempo o la distancia recorrida— y contempla la inspección de los principales sistemas del vehículo: frenos, refrigeración, sistema eléctrico, suspensión y llantas, entre otros elementos que garantizan la seguridad activa y pasiva del conductor.

Mantenimiento cada 5,000 kilómetros

• Cambiar el aceite del motor y su filtro, así como el filtro de aire.

• Revisar la presión y el desgaste de las llantas.

• Verificar la tensión del embrague, frenos y correas del motor.

• Comprobar el funcionamiento de las luces y los mandos del tablero.

• Asegurar que el nivel del líquido de frenos se encuentre dentro del rango adecuado.

Mantenimiento cada 10,000 kilómetros

• Verificar el funcionamiento de luces, tablero de mando, alternador y sistema de arranque.

• Comprobar el estado de las articulaciones, rótulas y guardapolvos.

• Revisar el sistema de admisión, mangueras y tuberías.

• Controlar los niveles de líquidos: frenos, refrigerante, aceite, entre otros.

• Realizar lavado del motor.

• Ajustar la tensión del freno de pie y de mano.

• Efectuar alineación, balanceo y rotación de llantas para un desgaste uniforme.

• Inspeccionar el sistema eléctrico.

Mantenimiento cada 20,000 kilómetros

• Cambiar aceite y filtro nuevamente.

• Sustituir los filtros de aire y combustible.

• Reemplazar pastillas de freno y bandas traseras.

• Cambiar el aceite de dirección, transmisión y caja de velocidades.

• Calibrar y rotar las llantas.

• Ajustar los frenos y el embrague.

• Verificar la tensión de correas del motor.

• Realizar alineación y balanceo general.

• Engrasar los rodamientos traseros.

Mantenimiento cada 40,000 kilómetros

• Repetir las revisiones correspondientes a los 30,000 kilómetros.

• Incluir mantenimiento del radiador, limpieza interna y revisión del sistema de refrigeración.

Mantenimiento cada 50,000 kilómetros

• Repetir el mantenimiento de los 30,000 kilómetros.

• Adicionalmente, sincronizar el motor (ya sea de inyección o carburador).

• Ajustar la suspensión para mantener la estabilidad y confort en la conducción.

Mantenimiento cada 100,000 kilómetros

• Alinear el vehículo y sincronizar el motor.

• Ajustar la suspensión.

• Cambiar pastillas y líquido de frenos, bujías, cables de alta y correas.

• Sustituir líquido refrigerante, aceite y filtros.

• Realizar un peritaje mecánico especializado para prevenir fallas mayores.

• Revisión anual obligatoria.

Además de los mantenimientos por kilometraje, cada vehículo debe someterse anualmente a la revisión tecnomecánica, un procedimiento obligatorio que garantiza que el automóvil cumpla con los estándares de seguridad y emisiones establecidos.

Comprar un departamento en la Ciudad de México es una tarea difícil que requiere del conocimiento de diversos temas, uno de los cuales son los desarrollos inmobiliarios, noción que abordaremos en este artículo.

Una desarrolladora inmobiliaria puede referirse a algo más que edificios y construcciones, a pesar de la impresión de que sólo tiene que ver con esas cosas. Por ejemplo, también puede incluir otros ámbitos como la construcción de carreteras. Sin embargo, en este artículo hablaremos de su relación con la vivienda.

Para adquirir el departamento que mejor se adapte a sus necesidades, que satisfaga sus preferencias y que se considere una inversión inteligente, es beneficioso que los compradores de departamentos conozcan los fundamentos de las promociones inmobiliarias.  

Promociones inmobiliarias: ¿qué son?

Cuando hablamos de promociones inmobiliarias, nos referimos a todas las tareas de gestión y coordinación que se llevan a cabo para crear un espacio que pueda ser utilizado por otras personas con fines residenciales o comerciales.

Una promoción inmobiliaria conlleva una serie de tareas, algunas de las cuales están relacionadas con la adquisición de terrenos, la construcción de edificios y el mantenimiento posterior a la finalización para garantizar que los edificios permanezcan en buen estado.

Otra cosa a tener en cuenta es que el término «promoción inmobiliaria» en inglés se refiere al acto de invertir en una casa, departamento u oficina y también puede traducirse como «promotor inmobiliario».

Como ellos vivirán en estos inmuebles, las empresas que se dedican a este rubro hacen todas las gestiones que esta industria requiere para que las personas que adquieren un departamento sean los principales beneficiados.

Una empresa inmobiliaria y un promotor se diferencian principalmente en que la primera sirve de intermediario entre compradores y vendedores de propiedades ya existentes. Mientras que la planificación, financiación, gestión y adquisición de terrenos son las principales responsabilidades del promotor.

Se pueden hacer otras distinciones entre estos tipos de empresas y, como empresa promotora inmobiliaria, nos extenderemos sobre ellas.

1. Sus principales actividades

Las promotoras supervisan las inversiones y operaciones relacionadas con la adquisición de terrenos, así como los costos de construcción, mantenimiento de infraestructuras, publicidad y gestión del desarrollo de proyectos.

Las inmobiliarias, por su parte, se concentran más en las actividades de marketing, venta y difusión, ya que su objetivo es conseguir el alquiler o la venta de inmuebles mediante la promoción de los ya existentes.

2. ¿Cómo generan ingresos?

La venta y el alquiler de inmuebles proporcionan ingresos a los promotores.

Sin embargo, las comisiones de las operaciones inmobiliarias que ayudan a ejecutar son la forma en que los promotores inmobiliarios ganan dinero. Estas comisiones se perciben una vez que la transacción se cierra con éxito y se calculan como un porcentaje del precio de venta o alquiler de un inmueble.

3. La fase en la que se concentran

Todas las fases del desarrollo de proyectos inmobiliarios interesan a los promotores. Desde la fase de diseño hasta la administración del bien terminado.

Esto abarca aspectos como la planificación exhaustiva, la creación arquitectónica, la obtención de licencias y permisos, la construcción de las viviendas y la publicidad y venta de los pisos.

Una sociedad inmobiliaria, sin embargo, es ajena a estas responsabilidades. Su objetivo principal es servir de intermediario para las personas que desean comprar, vender o alquilar inmuebles existentes.

En otras palabras, se concentran más en la fase de comercialización.

También se concentran en tareas adicionales, como la negociación de contratos, la programación de inspecciones, la facilitación de transacciones y el asesoramiento sobre el mercado inmobiliario.

4. El modo en que supervisan las propiedades

La administración de los alquileres, el mantenimiento de los espacios compartidos, la atención al cliente y otras facetas operativas pueden ser competencia de los promotores.

Estas organizaciones suelen considerar el control de las propiedades de sus proyectos como un objetivo a largo plazo.

Esta es una distinción adicional entre las empresas inmobiliarias y los administradores de fincas a corto plazo, ya que los propietarios suelen quedar a cargo de la gestión de la propiedad tras el cierre de una venta o alquiler.

5. La clientela a la que atienden

En lugar de centrarse en una única especialización, las inmobiliarias suelen prestar servicio a múltiples mercados. Como resultado, ofrecen una amplia selección de viviendas para diversos vendedores y compradores.

Esto les permite concentrarse en el desarrollo de edificios que se adapten a un determinado mercado o que atiendan a las demandas únicas de un grupo demográfico específico.